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Bokodes, otra alternativa a los códigos de barras
martes, 1 de septiembre de 2009

Bokodes

Por BENYI ARREGOCí‰S

Estas minúsculas etiquetas ópticas aportan nuevos usos y mayores posibilidades.

Los bokodes son pequeños diodos Led recubiertos de un material con condiciones ópticas especiales. Se perfilan como el dispositivo que reemplazará a los códigos de barras, que marcan gran parte de los productos a la venta en el mercado, y a los bidimensionales, que sólo se han popularizado en Japón y en otros paí­ses orientales. Es una nueva tecnologí­a, ideada por un grupo de trabajo del Laboratorio de Medios del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que todaví­a se encuentra en fase de desarrollo y perfeccionamiento.

La palabra «bokode» procede de la combinación del término japonés «bokeh», que designa el efecto de cerco que se produce cuando se fotografí­a desenfocada una luz, y la voz inglesa «code». ¿Pero qué aportan los bokodes respecto al actual método de etiquetado? Por un lado, albergan mucha más información, cientos de bits que hacen palidecer al código de barras. Además, son más pequeños que estos. Son diminutas etiquetas ópticas, de tres milí­metros de diámetro, un tamaño casi invisible para el ojo humano.

Su sistema de funcionamiento es más flexible. Se leen desde cualquier cámara del mercado, incluso con los dispositivos de los teléfonos móviles o las webcam. El único requisito, y el «truco» del sistema, consiste en que se debe enfocar al infinito, así­ la información se convierte en legible para las cámaras y también para el ojo humano, si se acerca lo suficiente el bokode.

De esta manera, los costos de adaptación a la nueva tecnologí­a serí­an menores para las empresas. Servirí­an como lectores algunos dispositivos muy extendidos y relativamente baratos, como los mencionados, sin necesidad de adquirir otro hardware. Además, abre una ví­a muy interesante para los consumidores, puesto que cualquier persona que tenga un teléfono móvil con cámara podrá leer la información adicional que porten los bokodes.

Estas nuevas etiquetas se leen sin fallo desde una distancia mayor que la exigida por los códigos de barras. Hasta varios metros de distancia. Para ello, se necesitan cámaras con una gran apertura del diafragma. Con una máquina reflex se pueden leer los códigos desde una distancia de cuatro metros.

En cambio, las cámaras compactas de los teléfonos móviles, cuya apertura de diafragma es mucho más reducida, se deben aproximar al bokode para leerlo. El grupo del MIT trabaja para alcanzar distancias de lectura de hasta 20 metros. Un aspecto interesante radica en que se han diseñado con la posibilidad de mandar información distinta en función de la posición desde la que se acceda, lo que podrí­a brindar nuevos usos. Es decir, serí­a posible enviar datos a las personas que los leen desde el lado izquierdo y otros distintos a quienes lo hacen desde el derecho.

La cuarta forma de leer la información óptica

Hasta ahora, habí­a tres maneras de comunicar la información de forma óptica: en dos dimensiones, como los bidis que constituyen la evolución de los códigos de barras; mediante variaciones en el tiempo, ya sean de luz que se apaga y enciende o de movimiento; y por las variaciones de la longitud de onda, un sistema que se utiliza en la fibra óptica. En cambio, los bokodes cifran la información mediante el ángulo: los rayos lumí­nicos que emiten varí­an en intensidad en función del ángulo con el que se hayan registrado.

El bokode también se posiciona como competidor del chip RFID, que emplea la radiofrecuencia para transmitir información. Sus promotores defienden que este sistema aventaja al RFID en temas como la privacidad, puesto que se necesita que producto y cámara tengan contacto visual para su lectura. Argumentan, además, que cualquier cámara puede leer los bokodes sin precisar de ningún escáner especial, a diferencia de lo que ocurre con RFID.

No sólo para etiquetar productos

Esta tecnologí­a se ha diseñado también para calcular con bastante exactitud la posición y el ángulo de la cámara que apunta al bokode, una opción que, según sus promotores, permite nuevas aplicaciones que exceden las convencionales de un código de barras. Gracias a esta posibilidad, puede actuar de manera similar al mando de la Wii en el campo de los videojuegos, que maneja de modo inalámbrico un personaje a partir de los movimientos reales del usuario.

Se podrán crear pantallas de información pública que utilicen a la vez otras que tengan un bokode o juegos multijugador. La aplicación en el aula permitirí­a que cualquier alumno señalara un aspecto de las diapositivas que muestra su profesor con su propio puntero, que le identificarí­a de forma pública al utilizarlo, puesto que contendrí­a la información de su propietario. Se abre la puerta a realizar encuestas en tiempo real para que el profesor conozca el grado de comprensión o la opinión de los alumnos sobre algún tema.

Otro de los usos que los promotores destacan consiste en proporcionar información relacionada con el entorno: acceder desde el exterior de un restaurante a la carta de platos con sólo leer el bokode desde un teléfono móvil u obtener de igual manera la información de las obras de un museo que se visita, sin necesidad de alquilar el sistema de audioguí­a. Otra posibilidad interesante pasa por su uso como reproductores del movimiento de las personas y los animales con mayor fidelidad. Para conseguirlo, se integrarí­an en el software que captura los cambios de posición.

Noticia publicada en el diario Consumer Eroski, el 25 de agosto de 2009, en la sección “Nuevas Tecnologí­as”

Fuente: www.consumer.es

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