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Células madre
lunes, 22 de julio de 2013

Las células madre engloban toda una serie de células, cada una con sus propias características y capacidades. Se podría sintetizar y sólo con propósito de aproximación, los diferentes tipos de células madre que existen:

  • Células madre embrionarias totipotenciales: procedentes de las etapas iniciales del embrión, capaces de dar lugar a un individuo completo, de dividirse indefinidamente y de diferenciarse (transformarse) en cualquier tipo de célula final del organismo. No sólo dan lugar a los tejidos embrionarios sino a otros externos al propio embrión, como es la placenta.
  • Células madre embrionarias pluripotenciales: correspondientes a las 3 líneas o linajes celulares del embrión en posteriores etapas de desarrollo, pueden dar lugar a cualquier tipo de célula en función eso sí del linaje al que pertenecen.
  • Células madre adultas multipotentes: proceden de individuos ya formados, constituyen la mayoría de las células madre adultas, producen células de su propio linaje.
  • Células madre adultas unipotentes: como era de esperar dan lugar a un único tipo de células, como es el caso de las de la piel.

Estas son las células madre que, a grandes rasgos. existen de modo natural, pero ahí tenemos la ciencia para incorporar un nuevo e interesante tipo:

  • Células madre pluripotenciales inducidas o IPS: procedentes de células madre adultas reprogramadas para comportarse como células madre embrionarias pluripotenciales.

Tanto las células madre del cordón umbilical como las de la médula ósea son células madre adultas multipotenciales, pero no son exactamente iguales sino que tienen sus características particulares que las diferencian.

Y es que la cosa no es tan sencilla; como ejemplo pueden servir los dientes: en ellos hay células madre, que además son de más de una variedad, y en concreto las que se hallan en la pulpa no son tampoco exactamente iguales en los dientes permanentes (los del adulto) y los temporales (de “leche”). A esto se le añade la “tendencia” que tienen a generar tejido dental a pesar de que pertenecen a la misma “familia”, la de las células madres mesenquimales, que las que igualmente se encuentran en la médula ósea.

Si nos ceñimos por tanto a las células madre de la médula ósea, adultas y multipotenciales, nos encontramos dos tipos fundamentales:

  • Mesenquimales: Proceden del linaje embrionario mesodérmico (uno de los 3 que nombré en las embrionarias) y por consiguiente les permite dar lugar, entre otras, a las células óseas (osteocitos), las de los cartílagos (condrocitos), células grasas (adipocitos), del corazón (cardiomiocitos), etc. Como decía también se pueden extraerse del cordón umbilical, a partir del tejido entre la piel y los vasos sanguíneos del mismo (no de la sangre).
  • Hematopoyéticas: Proceden igualmente del linaje mesodérmico y en cambio constituyen una población muy diferente a la mesenquimal, dando lugar a células sanguíneas, como el famoso glóbulo rojo (eritrocito) o las células inmunitarias. Del mismo modo las encontramos en la sangre del cordón umbilical, pero con características especiales.

Las células de la retina y en particular fotorreceptores y células del epitelio pigmentario pertenecen al sistema nervioso, son de hecho variedades neuronales, y tanto neuronas como células gliales (las principales constituyentes del sistema nervioso) proceden de las células embrionarias del linaje ectodérmico, y más concretamente de la región denominada Cresta neural. Parece por tanto lo más lógico que si queremos obtener estas células retinianas mediante células madre autólogas habría que buscar unas células madre adultas multipotentes pertenecientes a este linaje, y si es posible con la tendencia a diferenciarse en las variedades perseguidas. Esto estaría bien, pero en la práctica se convierte en una tarea “imposible”.

Por cierto, por si hay curiosidad: el tercer linaje de células embrionarias es el que corresponde al endodermo, del que derivan por ejemplo la mayor parte del aparato digestivo y del respiratorio.

Por otro lado, la investigación ha mostrado que todo esto no es tan rígido, que hay también excepciones, de manera que en determinadas condiciones es posible que una célula madre adulta logre transdiferenciarse en otra que en principio correspondería a una línea diferente de células madre multipotenciales. Así se ha conseguido que células de linaje mesodérmico como las de la médula ósea den lugar a células hepáticas que debieran proceder de una línea celular del endodermo, y del mismo modo se logra transformar células madre neuronales (de ascendencia ectodérmica) en células sanguíneas (mesodérmica).

Aproximándonos a lo que nos interesa, es igualmente posible obtener neuronas y células gliales (astrocitos) a partir de células madre mesenquimales, con lo que tenemos que las células madre adultas mesenquimales de la médula ósea podrían ser una fuente de fotorreceptores y células del epitelio pigmentario candidatas a regenerar las retinas dañadas por un gran número de enfermedades neurodegenerativas como la RP o el Stargardt.

En este sentido hay un experimento en ratas que mostró que células madre adultas mesenquimales de la médula ósea inyectadas en el espacio subretinal se integraron en la retina dando lugar a estructuras similares (no exactamente iguales) a la de los fotorreceptores.

También hay experimentos en ratones con células madre adultas hematopoyéticas que inyectadas de forma intravítrea regeneran en cierta medida la vascularización de la retina dañada. Esto sugiere que podría ser adecuado su uso en enfermedades que cursan con problemas vasculares de la retina, como sería la DMAE húmeda.

Creo que basta con lo expuesto para percatarse de que la cosa no es únicamente coger células madre del paciente, sean de la médula ósea o no, e inyectarlas en el ojo. Y no olvidemos que incluso si conseguimos regenerar la retina con células madre autólogas, estaremos haciéndolo con células “programadas” para degenerarse a no ser que fueran asimismo tratadas con terapia génica que corrigiera el defecto genético causante de la propia enfermedad.

Para finalizar este apartado, es interesante recordar que el ensayo de ACT del que hablábamos se está llevando a cabo con trasplante subretinal de células madre embrionarias previamente inducidas hacia células del epitelio pigmentario de la retina. Estas células no son autólogas, sin embargo el gran problema del rechazo no lo es tanto en estos casos debido a la barrera hemato-retiniana que limita en gran medida la acción del sistema inmune.

Extraído de correo publicado en EsRetina por Jose (Las Palmas)

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