«Desde que hago deporte, veo un poco mejor»
sábado, 5 de octubre de 2013

Domingo Carretero, deficiente visual, corona el Urriellu por la mítica vía Cepeda
Siete horas. Siete largas horas en las que Domingo Carretero volvió a superarse a sí mismo. A sus 53 años, este extremeño del Casar vio cumplido uno de sus sueños: coronar, pese a ser deficiente visual, la cima del Urriellu (2.519 metros).
«Estoy todavía que no me lo creo», reconocía ayer Domingo, a pesar de que ha transcurrido casi una semana desde que alcanzara la cumbre del Naranjo de Bulnes. Lo hizo, además, por la vía Cepeda, de 350 metros y dificultades de hasta V+/A0. Y porteando su propio material, «una mochila de quince kilos».
«Muy contento». A Domingo se le nota emocionado al relatar esta gesta. Hace unos años, a punto estuvo de formar parte de una expedición que culminó con los dos primeros invidentes totales -Manuel Cepero y Óscar Domínguez- en lo alto del Urriellu, guiados por cuatro expertos del grupo militar de alta montaña de Jaca. Fue hace tres años. Y a Domingo se le quedó clavada la espinita.
Así que este extremeño no se lo pensó dos veces cuando volvió a surgirle una oportunidad.
«Abrí el primer largo»
«Al principio, antes de iniciar la escalada, estaba un poco asustado, pero ya el primer largo lo abrí yo», relataba ayer Domingo, a quien una miopía progresiva le cambió la vida hace unos tres lustros. Trabajaba como tornero fresador en Vitoria y le dieron la invalidez absoluta a causa de sus 22 dioptrías en el ojo izquierdo y las 28 del derecho. Entonces, además de regresar a su Casar natal, en Cáceres, se afilió a la Once, como deficiente visual categoría B2, y empezó con la práctica deportiva.
«Desde que hago deporte, veo un poco mejor. El deporte me ha ayudado», asegura Domingo, que también se sometió a un par de intervenciones quirúrgicas, una en un barco en aguas gibraltareñas y otra en Vitoria, para paliar sus problemas. Algo le bajaron las dioptrías, pero su agudeza visual, explica, sigue siendo «muy mala».
Nada de esto le impidió ajustarse la mochila y junto a los grupos de tecnificación extremeños, iniciar el asalto al Urriellu por una vía de alta dificultad, en un tramo en el que la pared no presenta seguros fijos, que se han de colocar a medida que se los escaladores van acercándose a la cima.
Y a pesar de su amplia experiencia en la montaña -forma parte de la selección española de escalada para discapacitados, del grupo de tecnificación de Alpinismo Adaptado de la Federación de Montaña extremeña y es un consumado corredor de carreras por montaña de la Once- la emoción fue absoluta en la cima del Naranjo: «Una vez arriba, no piensas en nada. Es una satisfacción tan grande…», aseguraba ayer Domingo.
Su próximo reto le llevará al Campeonato de España de carreras de montaña, a mediados de mes.
De momento, Domingo ha unido su nombre a los de otros que, como él, superaron las adversidades para perseguir un sueño hacia lo alto del más emblemático de los picos españoles, como la aragonesa Raquel Alejandre, la primera persona con problemas visuales que hizo cumbre en el Urriellu (19 de septiembre de 2006), los ya citados Cepero y Domínguez o los cuatro castellanomanchegos que lo lograron en 2007 -Luis Bullido, ciego y vendedor de cupones; Luis Ángel Rubio, ciclista afectado por daño cerebral; Juan Pedro Ayllón y Ángel Sánchez, ambos discapacitados intelectuales-.